Mi vida ha cambiado mucho desde aquel discurso en la Asamblea Nacional.
Para millones de personas fui la voz de una denuncia que salió del
closet del temor, para otro par de millones fui el insulto a un ideal
con pinta de religión que se debilita ante los golpes de sus errores. He
generado simpatizantes que ni siquiera escuchan mi música y detractores
que dicen solían escucharla. En mi oficio no existe tal cosa como
oficialismo u oposición. Hay música para todos los gustos. Cada quien
escucha lo que quiere, así se resuelve el caso, pero ya no es lo mismo
para mí.
Los que sintieron desahogo a través de mis palabras el pasado 12 de
febrero me agradecen encarecidamente por haber dicho lo que ellos no han
encontrado dónde ni cómo decir. Los que se ahogaron en la rabia porque
defienden a capa y espada el mal simulacro de socialismo que existe en
Venezuela, hasta el sol de hoy me siguen atacando, tratando de hacer
hincapié en “mis errores”, no en refutar con argumentos de hechos mis
declaraciones. Es frustrante no recibir respuestas lógicas a aquellas
acusaciones, no porque me preocupen las matrices de opinión que quieran
originar sobre mí, sino por la carencia de soluciones implícitas en sus
defensas convertidas en ataques.
Públicamente, en pantallas del canal abierto VTV, al mejor estilo
del narco terror, nombraron a miembros de mi familia con sus respectivas
cédulas de identidad, incluyendo a mi fallecido padre, dejando en
supuesto “descubierto” sus inclinaciones políticas y poniendo en tela de
juicio su honestidad. Supongamos que, y voy tolerar su falta
respeto, mi padre (Q.E.P.D) fue un adeco que se beneficiaba como
constructor (trabajando) de las obras que hizo la cuarta república;
supongamos que dos de mis hermanos son chavistas que se benefician
(trabajando) de la Misión Vivienda como contratistas, sin importar si
han entregado, puntual y limpiamente, sus encargos… ¿qué tiene eso que
ver con la situación del país?.
Aparte, pensando en otros temas, siguen las publicaciones de una
queja por yo “no saber” dónde queda Canadá, insistencia en la falta que
cometí cantando el himno nacional y mi interpretación de una canción
llamada “mi cachorrita” hace 13 años aproximadamente.
Hagamos lo siguiente: voy a aceptar, con ganas de insultarlos por el
abuso y la difamación, que mi papá fue un adeco corrupto y que mis
hermanos son unos enchufados del régimen, que se me olvidó el himno, que
no sé en qué parte del mundo está Canadá y que califico a las mujeres
como animales en mis temas musicales. Insisto ¿qué tiene eso que ver con
la falta de insumos médicos en el país?, ¿cómo soluciona esa
“confesión” el problema de la escasez?, ¿a cuál de esos
“descubrimientos” le adjudicamos la culpa por la inseguridad?.
Gracias a las reacciones que tuvo mi exposición el día de la juventud encontré el título para este artículo: Réplicas de kínder.
Recuerdo a un niño en mi colegio diciéndole a otro: -el carrito tuyo es
de los malos, no corre más rápido, ni es más grande que el mío-. A lo
que el otro niño respondió: -no me importa, tú nunca has ido a Disney y
yo sí-. ¿Cómo no comparar la respuesta del infante, con las respuestas
de los fanáticos, cibernautas del Chavismo?.
El asunto va más o menos así:
Yo: -La delincuencia está desbordada en todas las ciudades del país.
Ellos: -Cállate, Roque Valero es mucho más artista que tú.
Yo: -La escasez afecta de manera directa a la mayoría de los venezolanos.
Ellos: -Cállate, tú no te sabes el himno.
Yo: -Han empujado a la moneda a su peor estado de devaluación.
Ellos: -Cállate, tú insultas a las mujeres con tu canción “cachorrita mamá”.
Yo: -No se puede, ni en sueño, aspirar tener una casa o un carro
propio porque los gastos mensuales de una vida medianamente decente
cuadruplican el ingreso de un trabajador a sueldo mínimo.
Ellos: – Cállate, Chávez vive, la lucha sigue.
Yo: -Han llevado a empresas a la quiebra porque después de
expropiarlas fueron dejadas en manos ineficientes e inexpertas,
privándonos así de beneficios y servicios que estábamos acostumbrados a
adquirir.
Ellos: -Cállate, tus hermanos son chavistas y tu papá era adeco.
En fin, ustedes que son objetivos entienden lo absurdo e infantil que
puede llegar a ser un debate con este tipo de adeptos del movimiento
socialista venezolano. No esperes un argumento o una respuesta madura,
siéntate a escuchar o a leer una “réplica de kínder”.
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